Reválida de ESO y Bachillerato.

La novedad principal de este curso que comienza es la implantación total de la LOMCE y, con ella, la de las criticadas pruebas de Evaluación Final en la ESO y Bachillerato. Dejo aquí una presentación y otra reflexión sobre este nuevo sistema.

El Ministerio de Educación ha aprobado este verano este Real Decreto que regula las pruebas de Evaluación Final de ESO y de Bachillerato, y cuya  intención es que, por ejemplo en el caso de la ESO, profesores ajenos al centro educativo vuelvan a valorar en 7 horas todos los conocimientos y competencias que ha adquirido el alumno durante los cuatro cursos de esta etapa. Por ello, se les ha bautizado como «reválidas».

La importancia de estas pruebas para los alumnos es que si no las superan no obtendrán el Título de ESO (recuerdo que este es el título más básico en nuestro país) o el Título de Bachillerato. Además la calificación obtenida en estas pruebas se tendrá en cuenta para ordenar a los alumnos en el acceso a sus estudios futuros (de hecho, la prueba de Evaluación Final de Bachillerato sustituye a la antigua selectividad que ya no se realizará más).

Parece que este tipo de evaluación puntual, externa y final servirá para mejorar el proceso educativo y «orientar» a los alumnos (este verbo utilizado aquí me duele). Sin embargo, mucho me temo que, en gran parte, lo único que ayudará es a etiquetar y segregar a los alumnos que acaban estas etapas educativas, sin tener en cuenta su trayectoria personal y progreso académico. El efecto puede ser perjudicial ya que muchos alumnos pueden quedarse en el limbo educativo sin una titulación que certifique su finalización de la etapa, expulsar a otros a una FP posiblemente no deseada por ellos, y a denigrar un poco más estos valiosos estudios profesionales.

Ello porque no superar la prueba de Evaluación Final de ESO supone negar la titulación a unos alumnos que han superado los cuatro cursos de la ESO y la posibilidad de seguir estudiando a través de Bachillerato o la FP de Grado Medio. Si quieren seguir estudiando la única posibilidad será incorporándose a la FP Básica, es decir, retrocediendo en el sistema educativo ya que este programa está destinado a alumnos desde 2º ESO. Las salidas de la FP Básica sería la reincorporación a la FP de Grado Medio o la posibilidad de realizar la prueba de Evaluación Final de ESO. En cualquier caso, de nuevo a la «casilla de salida» después de dos años.

La situación puede ser aún peor si el alumno suspende la prueba de Evaluación Final de ESO y ha repetido alguna vez (que será lo más probable), pues con 17 años tendría dificultades incluso para acceder a la FP Básica. ¿Que le queda? El «limbo educativo».

Por otro lado, en el caso de la prueba de Evaluación Final de Bachillerato, suspenderla implicaría no poder acceder a la Universidad ni a enseñanzas Artísticas Superiores, y tener que continuar obligatoriamente los estudios a través de la FP de Grado Medio retrocediendo en el sistema educativo o (quizás según las últimas informaciones) en la FP de Grado Superior, estudios para los que quizás no estaba vocacionalmente inclinado y para los que hasta ahora se exigía el Título de Bachiller (!).

En cualquiera de los casos todo indica que, más que una mejora y orientación del proceso educativo, el efecto será la diferenciación de dos vías muy distintas: la posibilidad para ciertos alumnos de poder estudiar en unos itinerarios académicos que a partir de ahora serán validados a través de un sistema de «acreditación homologado», las pruebas finales de etapa, y una segunda vía profesional que será en gran medida residual ya que será la única salida para aquellos alumnos que fracasen en estas pruebas.

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